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Estados Unidos está trabajando al máximo para vacunar contra el COVID-19 al mayor porcentaje posible de su población para detener lo más pronto posible la propagación de la enfermedad y terminar con el brote en el país.
Desde que comenzó la distribución de la vacuna el 14 de diciembre, se han administrado más de 68 millones de dosis, alcanzando el 13.9 por ciento de la población del país, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Estados Unidos está administrando actualmente más de 1.5 millones de vacunas al día.
Por ahora hay dos vacunas contra el COVID-19 que han sido autorizadas para uso de emergencia –Pfizer y Moderna– las cuales requieren dos dosis en un lapso de tres a cuatro semanas. La vacunación no es eficiente hasta que se reciben ambas dosis.
La velocidad de la vacunación ha mejorado desde diciembre, pero hasta ahora se han distribuido millones de dosis más que las que se han administrado a las personas, debido a lo complicada que es la logística para lograrlo.
Los estados reciben cargamentos semanales de vacunas del gobierno federal en función de su población adulta total. Cada estado tiene su propio plan sobre cómo hacer llegar esas vacunas a sus residentes, a través de las oficinas de salud de cada condado, los sistemas hospitalarios, las farmacias, los sitios de vacunación masiva y las clínicas móviles.
Por ejemplo, la Autoridad de Salud de Oregon (OHA, por sus siglas en inglés) anunció este viernes que podría abrir citas de vacunas para todos los adultos a mediados del verano. La OHA espera un fuerte repunte en el suministro de vacunas a partir de la próxima semana; si el estado recibe todas las vacunas que se anunciaron, sería suficiente para la primera dosis de 3.5 millones de personas a finales de mayo.
Las autoridades de salud han dicho que para superar la pandemia se necesita que el país alcance lo que se conoce como inmunidad colectiva. Pero, ¿qué es esto y cómo se logra? A continuación, lo explicamos:
¿Qué es la inmunidad colectiva?
La inmunidad colectiva, también conocida como inmunidad comunitaria, es cuando una gran parte de la población de un área es inmune a una enfermedad específica. Si suficientes personas son resistentes a la causa de una enfermedad, como un virus o una bacteria, ésta no tiene adónde ir.
Si bien no todos los individuos pueden ser inmunes, el grupo en su conjunto tiene protección. Esto se debe a que hay menos personas de alto riesgo. En este escenario, las tasas de infección disminuyen y la enfermedad desaparece. La inmunidad colectiva protege a las poblaciones en riesgo, incluidos bebés y aquellos cuyo sistema inmunológico es débil y no pueden desarrollar resistencia por sí mismos.
¿Cómo se puede lograr la inmunidad colectiva?
Hay dos maneras de lograrlo: se puede desarrollar una resistencia de forma natural. Cuando el cuerpo está expuesto a un virus o bacteria, produce anticuerpos para combatir la infección. Cuando se recupera, el cuerpo conserva esos anticuerpos y se defenderá de otra infección.
Las vacunas también pueden generar resistencia. Hacen que el cuerpo ‘piense’ que un virus o bacteria lo ha infectado. No se enferma, pero su sistema inmunológico produce anticuerpos protectores y la próxima vez que el cuerpo se encuentra con esa bacteria o virus, está listo para combatirlo. Eso fue lo que detuvo la poliomielitis en Estados Unidos en la década de 1950.
¿Cuándo alcanza una comunidad la inmunidad colectiva?
El porcentaje de personas que necesitan ser inmunes para lograr la inmunidad colectiva varía con cada enfermedad. Por ejemplo, la inmunidad colectiva contra el sarampión requiere que aproximadamente el 95 por ciento de la población esté vacunada. Para la poliomielitis, el umbral es de aproximadamente el 80 por ciento.
Se desconoce con exactitud la proporción de la población que debe vacunarse contra el COVID-19 para alcanzar la inmunidad colectiva, pero los investigadores de esta enfermedad estiman que entre 50 y 67 por ciento de la población necesitaría ser resistente antes de que la inmunidad colectiva se active y las tasas de infección comiencen a disminuir.
¿Cuándo no funciona la inmunidad colectiva?
Uno de los inconvenientes de la inmunidad colectiva es que las personas que tienen ciertas creencias sobre las vacunas viven con frecuencia en el mismo vecindario, van a la misma escuela o asisten a los mismos servicios religiosos, por lo que podría haber grupos potencialmente grandes de personas que no se vacunan. Si el porcentaje de personas vacunadas en una población está por debajo del umbral de inmunidad colectiva, la enfermedad podría seguir extendiéndose por toda la comunidad.
Alejandro Cortés