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Luego de casi dos meses de un confinamiento obligado por la pandemia del COVID-19, mucha gente ha comenzadeo a sentir los efectos psicológicos de lo que representa un encierro tan largo y para el que nadie estaba preparado.
Por tal razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado para tomar en cuenta las consecuencias psicológicas que esta pandemia puede tener en la salud metal de la gente y advierte que éstos podrían dispararse en los próximos meses.
La paralización de la actividad económica, el cierre de escuelas y el confinamiento de la población en casi todo el mundo en los últimos dos meses, plantea un escenario en el que los niveles de estrés y ansiedad son muy altos.
Debido a ello, han comenzado a publicarse diversos estudios acerca de las consecuencias psicológicas de la pandemia. Uno de ellos revela información acerca de las personas que han contraído el virus.
Tal investigación sugiere que algunos pacientes hospitalizados con la infección por coronavirus pueden sufrir ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático durante meses, o incluso años después de superar la enfermedad.
Dicho pronóstico proviene de un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet Psychiatry, el cual reveló que alrededor del 15 por ciento de pacientes hospitalizados por haber contraído SARS o MERS -dos tipos de coronavirus estrechamente relacionados con el que causa el COVID-19, sufrieron depresión o ansiedad hasta tres años después de que abandonaron el hospital.
Y por otro lado están las personas que no se han contagiado, pero que también están sufriendo los efectos negativos del COVID-19, algo que puede ser igual o más estresante. Entre las medidas de distanciamiento social y las consecuencias económicas, la vida normal está en pausa.
Reflejo de ello es la tasa de desempleo de Estados Unidos, que se ha disparado al 14.7 por ciento, la más alta desde la Gran Depresión de la década de 1930. Desafortunadamente, el desempleo y la pobreza son factores de riesgo para la depresión e incluso el suicidio, algo que se notó durante la crisis financiera de 2008.
«El virus COVID-19 no sólo está atacando nuestra salud física; también está aumentando el sufrimiento psicológico: pena por la pérdida de seres queridos, conmoción por la pérdida de empleos, aislamiento y restricciones de movimiento, dinámica familiar difícil, incertidumbre y miedo por el futuro», dijo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, durante un video en el que hizo público un informe sobre políticas de salud mental hace un par de semanas.
En dicho informe, la ONU reveló que la depresión afectaba a unos 264 millones de personas en todo el mundo, incluso antes de la aparición del coronavirus, y que el suicidio era la segunda causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años.
Igualmente, se deben considerar los efectos colaterales de la pandemia: el estrés del momento actual puede llevar a un mayor número de personas a consumir más sustancias adictivas, como el alcohol y las drogas.
De hecho, la venta de bebidas alcohólicas en Estados Unidos ha aumentado un 55 por ciento en comparación con esta época, del año pasado.
Un informe publicado la semana pasada por la fundación Well Being Trust y el Centro Robert Graham, encontró que sólo en Estados Unidos, los efectos del virus podrían significar que hasta 75 mil personas más morirían por abuso de drogas o alcohol, o por suicidio. Tal número sería un incremento significativo respecto a las casi 181 mil muertes por desesperación registradas en el país durante el 2018, de acuerdo al informe.
Al respecto, la ONU está instando a los países a implementar sistemas de apoyo para poblaciones particularmente vulnerables, como es el caso de los hispanos y afroamericanos de Estados Unidos, quienes tienen un menor cuidado de salud en comparación con la gente blanca.
Alejandro Cortés