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Aunque la pandemia del coronavirus ha cancelado o modificado muchas actividades tradicionales de otoño, los huertos de calabazas son una agradable excepción.
Los agricultores de granjas de calabazas suelen plantar sus cultivos a finales de mayo o principios de junio para asegurarse de tener campos de calabazas anaranjadas listos para cosechar en octubre, lo que significa que los dueños de las granjas arriesgaron su dinero y trabajo este año para sembrar sus cosechas al comienzo del verano, justo durante el apogeo de la pandemia.
El número de casos diarios de COVID-19 disminuyó entre finales de julio y principios agosto, por lo que las autoridades permitieron que los huertos de calabazas y otros negocios de agroturismo volvieran a abrir a finales de agosto, siempre y cuando cumplieran con una serie de reglas:
- Informar a los clientes que deben usar máscaras faciales y practicar el distanciamiento social adecuado durante la visita.
- Limitar las operaciones de ventas y servicio de alimentos en espacios interiores.
- Proporcionar estaciones de desinfección de manos para los clientes.
- Examinar a sus empleados para detectar síntomas de COVID-19 al comienzo de sus turnos.
- Establecer un horario de limpieza y esterilización frecuentes.
Desafortunadamente, esto significa que actividades como casas embrujadas o laberintos de paja, actividades de alto contacto que no se pueden desinfectar por el alto tráfico de usuarios, los inflables para niños y las áreas para acariciar animales, prácticamente no están disponibles.
El Pumpkin Patch de Sauvie Island, una de las granjas más populares del área del Portland, abrió sus puertas bajo nuevas medidas de seguridad. Por ejemplo, los dueños decidieron no tener disponible el paseo en tractor para niños, y tampoco montaron su clásico laberinto de paja ni la pirámide de paja.
Como parte de sus medidas de seguridad, instalaron estaciones de desinfectante de manos, exhibiciones de calabazas seleccionadas previamente y letreros para recordar a los visitantes que se requieren máscaras. Incluso establecieron la venta de entradas por internet, para evitar largas líneas en la entrada.
Otra granja, The Patch in Woodland, en la zona sur del estado de Washington, sí tiene disponible un laberinto de maíz, pero éste se limita a grupos de cinco personas, que deben ser del mismo hogar. Los administradores colocaron carteles para recordar a los visitantes que usen máscaras y que se mantengan a seis pies de distancia siempre que sea posible.
Esta granja contrató empleados adicionales para ayudar a mantener limpio el lugar. El personal desinfecta al menos una vez cada hora, y cada limpieza se registra en un libro de registro.
Aunque cada granja tiene sus propias medidas de seguridad, todas se alinean con las regulaciones de sus respectivos estados. No obstante, los expertos en salud advierten que siempre que se está en un lugar donde hay mucha gente de distintas comunidades, se incrementa el riesgo de infectarse con el coronavirus.
Debido a ello, es importante planear con anticipación su visita a cualquiera de las granjas de calabazas. Consulte el sitio web o llame a la granja que planea visitar, ya que algunas requieren reservaciones en línea o compra de boletos por adelantado.
Todas las granjas requieren que la gente se cubra la cara, independientemente de si se está en un espacio abierto. En el interior, todos deben cubrirse la cara, incluidos los niños de hasta 5 años. De ser posible, vaya entre semana para evitar las multitudes.
La mayoría de las granjas abrieron al público a finales de septiembre y casi todas ellas cerrarán sus puertas para la temporada de calabazas el fin de semana de Halloween.
Alejandro Cortés